history1En 1905, Henry Flagler comenzó uno de los proyectos más ambiciosos de Estados Unidos al iniciar la construcción del “Ferrocarril sobre el mar” (Overseas Railroad), una extensión del Ferrocarril de la costa este de Florida que se abría paso por 128 millas desde Miami a Cayo Hueso. Para la construcción del ferrocarril, inicialmente llamado la “locura de Flagler”, se necesitaron millones de yardas cúbicas de material para instalar el balastro a través de las islas, incluidos enormes bloques de piedra coralina. Dos islas, conocidas como las “Umbrellas Keys”, se unieron cuando los trabajadores del ferrocarril de Flagler llenaron el espacio poco profundo que las separaba. Estas islas pasaron a llamarse Cayo Windley, que incluye el pueblo de Islamorada. Esta área fue el primer sitio de excavación que proporcionó material de relleno para la vía férrea y el puente. De hecho, en el complejo de Cayo Windley operaban tres canteras distintas. El proceso de excavación dio como resultado canteras profundas que se extendían por vastos terrenos.

history2En 1912, después de siete años, tres huracanes y 50 millones de dólares, se completó el eslabón final del Ferrocarril de la costa este de Florida. El sueño de Flagler finalmente se había vuelto realidad y se conoció en todas partes como la “Octava maravilla del mundo”. Sin embargo, el día 2 de septiembre de 1935, cuando se celebraba el día del trabajo, un huracán de categoría 5 tocó tierra en los Cayos Centrales, originando cuantiosos daños y la destrucción de gran parte del ferrocarril, además de inundaciones en las canteras de Cayo Windley. Debido a una bancarrota, el Ferrocarril de la costa este de Florida no pudo financiar la reconstrucción de las secciones destruidas. El balastro y los puentes restantes se vendieron al Estado de Florida que construyó la Carretera de los Cayos de Florida (Overseas Highway) hacia Cayo Hueso, empleando una parte importante de la infraestructura restante del ferrocarril. Gran parte de las canteras inundadas fue adquirida por Alonzo Cothron, un gran constructor que probablemente hizo más por cambiar la apariencia de los Cayos Superiores que Henry Flagler. En 1932, Cothron comenzó a desarrollar el terreno a pequeña escala y se dedicó a criar cangrejos moros durante varios años junto a su socio Berlin Felton.

En 1940, un turista de Atlanta, Georgia, que viajaba por los Cayos de Florida, notó una de las canteras al borde del camino que, si bien no tenía salida al mar, estaba llena de agua marina y coloridos peces loro.

history3Como sabía que a su empleador, P. F. McKenney (conocido como “Bud”), le gustaba pescar y le atraía la hermosura del mar, le comentó sobre su descubrimiento en Islamorada. Después de visitar él mismo el área, Bud y su esposa, Martha, se imaginaron el terreno transformado en un área donde hubiera un conjunto de animales marinos vivos, un Teatro del Mar (o Theater of the Sea, en inglés) y la segunda atracción marina más antigua del mundo (la primera es el oceanario Marineland de St. Augustine que abrió en 1938). Alonzo Cothron aceptó arrendarle el terreo a los McKenney que, en 1941, vendieron sus heladerías en Atlanta y se mudaron a Tavernier para comenzar esta nueva aventura. Sin embargo, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, se vieron forzados a aplazar sus planes y se trasladaron a Coral Gables.

Tras el término de la Segunda Guerra Mundial, los McKenney volvieron a Tavernier en 1945 para continuar con la construcción de su “teatro”.

Alonzo Cothron les ayudó a retirar la piedra coralina adicional mientras el mismo McKenney iba desarrollando la propiedad. Se contrató a Milton Santini, un pescador local, para que transportara cuatro delfines a las instalaciones, lo que permitió que el parque abriera sus puertas en 1946, ofreciendo espectáculos diarios con marsopas y excursiones marinas guiadas en un ambiente íntimo y personal. El parque atendía desde las 8:00 a.m. a las 4:30 p.m. y la entrada costaba $1.50 para adultos y $0.55 para niños de más de siete años.

history4En junio de 1950, el adiestrador Cliff Ambrose comenzó a crear un acto con tres de los delfines. Nadaba con los delfines y se “esforzaba por demostrar que podía hacer todo lo que ellos hacían… bueno, casi todo”. Dos de los delfines, Jeannie y Buttons, se transformaron en las principales estrellas del espectáculo. Jeannie era conocida por su personalidad y por sus “trucos”, como hacer sonar una bocina y tocar un timbre, mientras que Buttons podía saltar del agua para tomar un pescado mientras su adiestrador Bill Malloy lo agitaba con la mano desde una plataforma ubicada a una altura considerable; más adelante, Jeannie y Buttons pasaron a ser conocidos como las marsopas campeonas en salto de todo el mundo. Los participantes no solo se podían tomar fotografías mientras alimentaban a estos campeones y tocaban un delfín, sino que también podían navegar en el primer bote del mundo propulsado por delfines. ¡Esta fue la respuesta de Theater of the Sea a la crisis energética! Las demostraciones del espectáculo se volvieron tan famosas que un sinnúmero de celebridades pagaron para visitar el parque, entre ellos el Presidente Dwight D. Eisenhower, el Presidente Harry S. Truman, cuyo yerno Clifton Daniels le dio a Buttons un pescado desde la plataforma ubicada a veinte pies de altura. Varios programas radiofónicos y televisivos de Arthur Godfrey, Hugh Downs, Pat Fontaine y Jaclyn Schooly también se emitieron desde Theater of the Sea, incluida una transmisión completa del programa Today de la cadena NBC.

history5En sus primeros años, el parque también apareció en varios periódicos, incluido el Miami Herald, el New York Picture Newspaper, el Illustrated, el St. Louis Dispatch, el periódico alemán NeuePost, el Chicago Daily News y el Keynoter. Clarence Lowe, a sus catorce años de edad, apareció en algunos artículos el 5 de noviembre de 1950 y el 3 de marzo de 1951. Sostuvo que era el único atleta que había sido capaz de adquirir el arte de andar sobre una marsopa. En los periódicos se describía su interacción con los delfines de varias formas: “la marsopa Buttons sale para respirar y ambos se sumergen en un rápido viaje submarino que debe sentirse como una travesía en una máquina lavadora”. Estas demostraciones en el agua eran los comienzos de lo que evolucionaría hasta transformarse en las dinámicas presentaciones acuáticas de hoy.

Si bien se lograron muchos avances durante de década de los 50, los años 60 demostraron ser una era crucial para el parque. A comienzos de la década, tanto McKenney como la Madre Naturaleza sometieron al parque a drásticas modificaciones. En septiembre de 1960, el huracán Donna pasó por los Cayos Centrales y originó una marejada ciclónica de 13 pies que prácticamente destruyó las instalaciones y desplazó a muchos de los animales del parque. Asolado, pero no derrotado, McKenney vio el resultado como una oportunidad de restructuración. Rellenó la cantera a orillas de la carretera más cercana y cavó nuevas piscinas en otras áreas de la propiedad. Con esto, amplió el hábitat para los animales a siete piscinas diferentes, que requerían 12 millones de galones de agua y que se extendían por unos 3 acres. Theater of the Sea comenzó a promoverse como “El acuario al aire libre más grande del mundo” y se transformó en uno de los hábitats naturales para delfines más grande del mundo, si no el mayor de toda la historia. Esa característica natural de las piscinas sigue siendo una de las atracciones más sobresalientes del parque, y en los folletos se destaca a la naturaleza como el “decorador” que ha reproducido la belleza de los arrecifes del mar.

history6Dos años después del huracán Donna, Theater of the Sea volvió a enfrentarse a la adversidad. Pero esta vez era política. Uno de los principales conflictos de la Guerra Fría detuvo drásticamente el turismo a nivel nacional. En otoño de 1962, la Crisis de los misiles en Cuba desató una marea de pánico entre los turistas de los Cayos de Florida. Si bien los ingresos de Theater of the Sea se vieron afectados como resultado del menor interés y asistencia por parte del público, el turismo comenzó a rebrotar a finales de ese año. A pesar de la crisis, la singular creatividad de Bud McKenney jamás se detuvo. Su parque ya ofrecía un viaje en bote propulsado por delfines único en el mundo, y ahora tenía en mente otro espectáculo jamás visto: un viaje en un bote sin fondo. Esta atracción tenía por objeto facilitar aún más la interacción de los visitantes a un nivel personal. Las “entretenidas marsopas” pasarían por el centro de un gran pontón mientras este se movía por la laguna y harían sus acrobacias a tan solo unos pies de los asombrados espectadores. Hasta hoy, el viaje en el bote sin fondo sigue siendo una parte de obligada visita de la experiencia Theater of the Sea.

history7En los años 70, el hito más característico de Theater of the Sea se construyó al lado del estadio de los delfines y se transformó en parte del cambiante logotipo del parque. Se contrató al pastor local Marlin Simon para que diseñara y construyera un barco con una alta plataforma que se extendiera por la proa. Este gran barco de color marrón con velas blancas y ondulantes se transformó en el punto focal del parque y sigue siendo parte del espectáculo de los delfines donde se realizan las demostraciones de saltos.

Por más de cuarenta años, Bud McKenney se dedicó casi todos los días a manejar y supervisar su amado parque. Si bien Theater of the Sea ha sido pionero en muchos logros, su singularidad sigue siendo una constante. Mucho antes de que se conociera el ecoturismo, Theater of the Sea ya se promocionaba como el lugar donde los visitantes podían participar de cerca y de forma personal con los animales para tocarlos y alimentarlos, y contaba con un guía dedicado a personalizar la experiencia acompañando a los visitantes para responder a sus preguntas. Hoy en día, lo conocemos como aprendizaje experiencial y consideramos que es crucial para dejar huella en los visitantes a través de la creación de conexiones directas entre las personas y la naturaleza mediante una experiencia real con un animal que las personas puedan nombrar y recordar… una experiencia que cambie sus vidas. Theater of the Sea ya se dedicaba a esto mucho antes de que se volviera popular. No hace falta decir que la singularidad de Theater of the Sea es el motivo por el cual ha logrado mantener su éxito. Los espectáculos siempre se han presentado de una manera íntima donde los visitantes no los observan desde una tribuna. Por el contrario, están cerca y pueden participar en el acto si así lo desean. Pueden ser parte del espectáculo al darle la mano a un lobo marino, tocar a un tiburón, hacerle cosquillas a una tortuga o darle un beso a un delfín. Los espectáculos son un encuentro directo con peces y mamíferos donde la familiaridad es clave.

history8Tras el fallecimiento de Bud McKenney a finales de los 80, su viuda, Martha, siguió participando en su gran tarea, pero traspasó la administración del parque a su hijo P.F. McKenney y a su hija Martha Arender. P.F. McKenney hijo, también conocido como “Kenny”, ha seguido exitosamente los pasos de su padre manteniendo y mejorando el parque tanto o más que Bud McKenney. En la actualidad, la propiedad de 17 acres incluye lagunas, cascadas y frondosos jardines tropicales donde viven delfines nariz de botella del Atlántico, lobos marinos de California, tortugas marinas, tiburones, rayas, peces tropicales y para pesca deportiva, animales invertebrados, especies de cocodrilos, aves rapaces y papagayos, entre otros. Theater of the Sea no solo sigue creciendo y haciéndose más bello cada año, sino que se enorgullece en brindar constantemente un hermoso hogar a nuestros animales y compartirlos con nuestros visitantes de maneras que inspiran conciencia y sensibilidad hacia los animales, el medioambiente y los problemas sobre la conservación.